Se aferra a mi, igual que un mañ sueño a un perdedor.
Si intento olvidarme me sigue con cuidado. Esto me quema, me está desgastando. No sabía que algo tan sigiloso hiciera tanto ruido.
Me dice: Ven, ven que no pasa nada, sólo una vez más, que no pasa nada.
Pero gracias a Dios me ha hablado la madurez.
Me ha hablado ayer, y con elegidas palabras ha brotado en unas tierras áridas y desapacibles una minúscula flor blanca, pero lo suficientemente bonita como para dejarla estar.
Lo cierto es que siempre tienta lo malo, pero ésto rebasa el´límite. Me he acercado mucho a mirar el infierno, y ahora tengo una cicatriz, mi voz ajada.
Sólo espero que esa flor tenga antídoto para la herida.
No ha pasado tiempo suficiente pero hablo desde éste día. Y digo que me da asco mi comportamiento.
Esas polillas revolotean en la luz, esperando que acontezca algo extraordinario.
Yo soy la polilla renegada, que sin querer miró hacia atrás, y un rayo de luz la iluminó. Ahora tiene los ojos abrasados, pero por el mundo negro vaga, en busca de un aliciente.
De su parte está el tiempo. Paciencia.
sábado, 8 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario